domingo, 12 de abril de 2020

ESCRIBIMOS UN CUENTO SOBRE UNA EXPERIENCIA PERSONAL VIVIDA EN ESTOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS - VI CICLO - SECUNDARIA - UGEL LUYA


Juan Manuel Calampa Ramos

PROPUESTA RADIAL


“ESCRIBIMOS UN CUENTO SOBRE UNA EXPERIENCIA PERSONAL VIVIDA EN ESTOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS”


¡Buenos días queridos estudiantes del 1er. y 2do grado del nivel secundario!
¡Buenos días estimados padres de familia! 
¡Buenos días estimadas madres de familia! 
Un saludo cordial para todos ustedes de parte de la UGEL Luya que les recomienda seguir en nuestras casitas cumpliendo las disposiciones del gobierno por el bien y la salud de todos. 


Mientras nos quedamos en casita cuidando nuestra salud y el de los demás, de esta terrible pandemia que está azotando al mundo, nosotros seguimos aprendiendo a la distancia y todos participamos para no quedarse atrás. 

Esta vez compartiremos bonitas experiencias en el área de comunicación. Esta es una sesión dirigida a los estudiantes del 1ero. y 2do. grado, especialmente. El aprendizaje que vamos a desarrollar el día de hoy está relacionado con la competencia “Escribe diversos tipos de textos en lengua materna” ¿Cuál será nuestro propósito? Escribir un cuento sobre las experiencias que estás viviendo o compartiendo en estos días del terrible coronavirus.
Para lograr este propósito, en un primer momento como para animarte, te vamos a leer el cuento titulado:


“MI ABUELITO ES DE ORO”

Desde muy pequeñito llevo a mi abuelito en el corazón porque él es un viejito tan bonito que de su pecho derrama oro como de una chorrera. Su cabello está blanco como un copo de lana y su caminar es lento y pesado. Ya casi no escucha y cuando come riega la comida sobre sus zapatos. Algunos al verlo así mueven la cabeza y se ríen de él. Eso a mí no me gusta. Pienso que los ancianos se merecen respeto. Nosotros, también, un día seremos ancianos. A veces saca sus lentes y se pone a leer, pero su mirar es borroso. Entonces, reniega y me llama. Yo, como un conejo llego corriendo y me siento a su lado. Leo algunos pasajes de la biblia, él me mira con sus ojos de niño viejo por sobre la montura y me sonríe. Eso a mí me encanta mucho. 

Yo quisiera que mi papá sea como mi abuelito; entonces, mi mundo sería otro. Mi papá que se cree el recto a veces se porta mal, grita para todo y hasta me corretea con su látigo; entonces huyo como una perdiz y me meto en la casa de mi abuelo que queda al otro lado del huerto al pie de un saúco grande. Sin poder alcanzarme mi papá reniega con él. “¡Mala costumbre de favorecer a ese mocoso!,” grita en la puerta de la casa y se retira remordiéndose. Entonces, los dos reímos bajito…jiji…jiji…mirándole por un huequito de la pared. En seguida, mi abuelito me recuesta sobre una tarima con cuero de oveja y me invita a comer huevito frito con mote caliente. La casa de mi abuelito es grande con paredes de adobe y techo de teja. Parece olvidada, donde los únicos visitantes somos yo y mis hermanitos cuando jugamos a las escondidas. Mi padre sólo llega de vez en cuando hasta el amplio corredor y tan pronto como llega se va. Antes, cuando mi abuelito era joven, y mi abuelita aún vivía, muchos llegaban a visitarle. En estos últimos tiempos pocos se acuerdan de él. Mi abuelito se hace cada vez más viejo y la casa también. Mis tíos, hermanos de mi papá, que viven en uno y otro lado no vienen a verlo hace mucho tiempo. “Haber criado tantos hijos para hoy estar solo” dice el pobre anciano y un par de lágrimas caen por los surcos de su mejilla. 

Un día amaneció soleado y el cielo estaba azul. No había ni una nube. Mi papá puso su lampa al hombro y salió a la chacra para deshierbar el maíz. Mi mamá se fue con él y me dijo para cuidar los pollitos que recién habían nacido. No bien volteó ella por el camino de la colina puse a los pollitos y a la mamá gallina en una talega y amarré la boca con una pita. Yo y mis hermanitos jugamos incansablemente olvidándonos de todo, incluso de almorzar. Mi papá y mi mamá llegaron en la tarde y preguntaron por los pollitos. Recién me acordé que los había puesto en la talega. Corrí para liberarlos pero todos habían muerto sofocados. Me asusté mucho y no sabía qué hacer. Mi papá que se ponía bravo para cualquier cosa me pegó muy fuerte; entonces cojeando y llorando llegué a la casa de mi abuelito. Él lo entendió todo. Me recibió en sus brazos y me recostó en su cama. Al observar mis piernitas amoratadas movió su cabeza y se puso a llorar. Me dijo palabras cariñosas y colocó un emplasto de yerbas en mis heridas. Al día siguiente, no quiso que regrese a mi casa y me pidió que me quedara a vivir con él. “Tú vas a ser mi bastón cuando ya no pueda caminar. Ahora puedo trabajar todavía” me dijo. Yo estaba confundido porque no tardaría en venir mi padre para llevarme. En seguida, me cargó con su poncho y me llevó al huerto. Me hizo sentar en una pampita al borde de la chacra. Trajo tomatillos dulces para comer y empezó a trabajar con su lampa. Todo el tiempo le había visto trabajar a pesar de estar viejito. 

Siempre lo veo llegar muy tarde de la chacra cargando la comida del cuy, el frejol verde o el maíz. 

- ¿Por qué trabajas mucho abuelito?- Le pregunto. 

- Para comer, hijito- me contesta. 

- ¿Siempre has trabajado así abuelito?- Vuelvo a preguntar. 

- Siempre. 

- ¿Por qué?- Interrogo de nuevo. 

- Porque esta es la suerte del campesino para trabajar hasta la muerte- Me dice al final y yo no entiendo nada. 

Ha pasado un largo tiempo y mi abuelito está más viejito cada día. El hombre que un día fue importante en su pueblo está cerca a su final. Ya nadie ve en él una esperanza. Sólo yo sigo a sus pies como su bastón que un día quiso que fuera. A partir de él he empezado a respetar a los ancianos de mi pueblo porque ellos tienen derecho a que todos nosotros los respetemos. Hace poco mi abuelito se sintió muy mal, entonces, mandó llamar a todos sus hijos para repartir su herencia. Todos mis tíos estuvieron presentes y cuando el viejito empezó a repartir la casa, la huerta, los terrenos; los hijos no estuvieron de acuerdo con la repartición y se pusieron a discutir. No llegaron a ningún acuerdo y se molestaron con el abuelo. Desde ese día ya no lo visitan, ninguno de sus hijos. Tiene una herida en la planta de los pies y como nadie lo cura se ha infectado mucho. No hay nadie quien le dé de comer. Mi papá que vive disgustado por la herencia, no quiere que yo vaya a verlo. A escondidas le llevo choclos cocinados que le gustan mucho. Él mismo cura su herida con yerbitas, pero no es suficiente. Aun así el no pierde la chispa. Hace bromas y me cuenta historias bonitas cuando voy a acompañarle por las noches. Todos los días hablamos cosas bonitas y me da consejos. Miramos por el huequito de la pared y reímos bajito…jiji..jiji… luego me invita huevito frito con mote caliente porque él tiene corazón de oro. 

Waldo Elí Calampa Villegas (11 años)

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Vea actividad completa, descargando el material adjunto...

De esta forma terminamos esta jornada agradeciendo a Dios por estar sanitos, de igual manera tus familiares. Cuídate por favor, haz caso ¡Quédate en casa! Te lo recuerda la UGEL Luya. Nos encontramos en otra edición. Chau, hasta pronto. 

PROPUESTA DE ACTIVIDAD REALIZADA POR:

Juan Manuel Calampa Ramos
Especialista en Educación - Secundaria - Comunicación
Área de Gestión Pedagógica
UGEL LUYA

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Descarga Aquí  👉  PDF ACTIVIDAD RADIAL PARA VI CICLO


Jovita Zumaeta Rojas
Jefa de Gestión Pedagógica
UGEL LUYA

Amazonas

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